2 sept 2023
Juan José Saer - La guitarra en el ropero
Muy poco, o nada, casi, por cantar, aunque
días enteros pasen adelgazándose, y todo esté,
como continuamente, ahí: la mesa, el vaso, las mañanas.
Corazón, orgullosamente
das a entender, con actos y palabras, que tu mudez,
cantando, cambiaría: y todas tus cartas, puestas
en esa mano, podrían atestiguar
en favor del momento, imprevisible, de la voz.
De toda esta fiebre, ella sería,
homérica, o dantesca, o incluso familiarmente, simple,
la única agua. Pero en estas mañanas, nada
o casi nada, que cantar: esperar, únicamente
que salga, si lo juzga conveniente, la canción.
Dando vueltas por una pieza negra,
jugando a que una mañana, o una noche,
por fin, y para siempre, meridianamente, se hablará.
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