Biblioteca Ignoria

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Recortes literarios - Una antología

20 dic 2024

César Aira - El reverso de las nubes

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César Aira - El reverso de las nubes

«Desde siempre los hombres han encontrado formas reconocibles en las nubes, figuras aproximadas, aunque el que las reconocía no siempre hallaba consenso en los demás, y si quería que compartieran su visión debía describirla señalando con el dedo: eso es la cabeza, por ahí sigue el cuerpo, ésa es la cola… ¿no lo ven? Un Cocodrilo. Y los otros, lejos de mostrarse convencidos: no, es un barco. O: es una taza de té con un platito. Es un hombre, un Hércules con la maza. Es un zapato. Podía ser cualquier cosa. La realidad siempre es figurativa, desciende de las nubes, se derrama sobre el mundo como el sueño se derrama sobre la vigilia. Es una nube. Es el bello ser flotante que no tiene prisa, el fantasma de todo lo demás, la cosa que no es una cosa, hecha de ilusión. En su lentitud, es el instante. El registro sublime de la pérdida de tiempo.

»Lo que nadie sabía era que estaban viendo el reverso de las formas de las nubes. Del lado de arriba, invisible desde tierra, estaban las verdaderas figuras que formaban, y con ellas no había dudas ni discusiones porque su acabado era perfecto, hasta el menor detalle. Si era un cocodrilo, cada escama de su cuerpo terrible, y cada diente visible en la boca entreabierta. Si un galeón, su mascarón de proa, el castillo de popa, las velas hinchadas. ¿Un bebé durmiendo? Las formas divinamente redondeadas de sus pequeños miembros, las manitos regordetas, y hasta la sensación de paz que sólo a esa tierna edad se le concede al hombre. Y no se quedaba ahí: un gran nubarrón, de los que cubren todo el cielo, informe y oscuro, del lado de arriba es una ciudad blanquísima completa con sus casas, iglesias, plazas con palmeras, calles y monumentos. Todo en el blanco más brillante, el rayo del Sol sin obstáculos encendiendo cada diminuta gota de vapor, un mármol impalpable. Un perrito de un kilómetro de largo. Un piano que nunca sonará. Un soldado que no matará a nadie.

»Lo que se veía desde tierra era la espalda sin desbastar de esas maravillas, como si el artista divino hubiera tomado su material por el lado luminoso y hubiera dejado el otro lado como estaba. No pensó en el público que podía admirar su maestría, como el verdadero artista que honra a su arte sin buscar el aplauso o la recompensa. Salvo que ese artista no existía, con lo que el corolario sería que el artista verdadero no existe. El artista existente siempre tiene algo de falso artista en la aleación que lo constituye".

»En cuanto a los hombres, los que alzaban la vista al cielo y descubrían formas aproximativas en las nubes, deformes, informes, creían que ahí tenían toda la poesía y la belleza que podía ofrecerles la Naturaleza. Se conformaban, por ignorancia, y las encontraban bellas, inspiradoras, hasta maravillosas.

En El jardinero, el escultor y el fugitivo

Marina Tsvietáieva - En recuerdo de Iesenin

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Marina Tsvietáieva - En recuerdo de Iesenin

Nada de lástima - «poco vivió»,

ni de amargura - «poco dio», -

mucho vivió - quien nuestros días vivió,

todo lo dio - quien la canción nos dio.

Enero de 1926.


Traducción: José Luis Reina Palazón

19 dic 2024

Juan José Saer - El tiempo está hecho de palabras...

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Juan José Saer - El tiempo está hecho de palabras...

El tiempo está hecho de palabras, y de palabras

es, continuo, el rumor de la sangre. Verbal el árbol

que, a cada octubre verbal, para hombres maravillados, resplandece.

Va dando, repetitiva, voces la piedra. Y son palabras

la muerte, mi muerte, el día transparente.

El aire proferido

(1982)


En Borradores inéditos - 03 (Poemas)

18 dic 2024

Alberto Girri - Fáustico

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Alberto Girri - Fáustico

Al cerrar el libro

la consabida reminiscencia:

¡darse a una

Noche de Walpurgis propia!


beldades que maliciosamente

se le acercan, cortejan, excitan,

rozándole los hombros,

tocándole los talones,


Lamias semidesnudas

yéndose de entre sus dedos,

transformadas en viejas escobas,

polvorientos hongos,

deformes y delgados tirsos,

piñas por cabezas.


Trivial,

¡querer de ese desfile, gozo

asistido por el cinismo y la furia,

una dádiva para su mortalidad de lector,

mudable e inmutable,

como nube y como esfinge!


Pero no trivial

su obstinación, que a fuerza

de recorrerla la letra se le doblegue,

la mente no quiera ya disuadir,

visibles y familiares

las marcas de un pie equino sobre la mesa.


En Lírica de percepciones, 1983

17 dic 2024

Boris Pasternak - Ruptura 9

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Boris Pasternak - Ruptura 9

Habrá un piano, lamiéndose la espuma de los labios,

que vibra; y te arrebata, te arranca esta locura.

—Mi amor —dirás entonces. —No —gritaré yo—, ¡nunca,

delante de la música!: ¿cómo estar más cercanos

que en penumbra arrojando, con todos los matices,

los acordes al fuego, por años, como diarios?

¡Divino entendimiento! Bastará un gesto vago,

di que sí, y ya verás qué sorpresa, ¡eres libre!

Marcha, no tengas miedo. Que nada te retenga.

Ve hacia el mundo, hacia otros. No escribiré otro Werther,

Pero hoy día también el aire huele a muerte:

y abrir una ventana… es abrirse las venas.

1919


En Días únicos

Traducción: José Mateo & Xènia Dyakonova

15 dic 2024

Osip Mandesltam - ¿Qué calle es ésta?

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Osip Mandesltan - ¿Qué calle es ésta?

¿Qué calle es ésta?

La calle Mandelstam.

Qué apellido más espantoso:

Si no lo aireas

Suena curvo y no recto.


Poco en él es lineal

Más bien de carácter sombrío

Y es por eso que esta calle

O, mejor, este foso

Lleva el nombre

De ese tal Mandelstam.


Traducción de Jorge Bustamante García

14 dic 2024

Anna Ajmátova - Réquiem (fragmentos)

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Anna Ajmátova - Réquiem (fragmentos)

A modo de introducción

En los terribles años de la yezhovzbina pasé diecisiete meses en las filas frente a las cárceles de Leningrado. Un día, alguien me reconoció. Entonces, una mujer de labios morados que ocupaba su lugar detrás de mí y que, por supuesto, jamás había escuchado mi nombre, pareció despertar del letargo en el que permanecíamos sumidas y me preguntó al oído (porque allí todos hablaban en voz muy baja):

—¿Y usted podría describir esto?

Yo repuse:

—Sí, puedo.

Entonces una especie de sonrisa se deslizó por lo que alguna vez había sido su rostro.

Leningrado, 1 de abril de 1957


Esto sucedió en tiempos en que sólo los muertos sonreían,

alegres por haber hallado al fin reposo,

y como un apéndice inútil, Leningrado colgaba

del portón de sus cárceles, mecido por el viento.

En tiempos en que, enloquecidos de dolor,

desfilaban al paso columnas de condenados

mientras las locomotoras lanzaban al aire

su breve canción de despedida…

Estrellas de muerte planeaban en lo alto,

y la inocente Rusia se retorcía

bajo las botas ensangrentadas,

y bajo las ruedas de los furgones celulares.


1

Te llevaron al amanecer,

fui tras de ti como quien despide un cadáver.

Lloraban los niños en la estancia oscura

y humeaba la vela bajo el icono.

No podré olvidar el frío de tus labios

y el sudor mortal en tu frente.

Como la mujer de los strelzi

aullaré a los pies del Kremlin.

1935


2

Fluye sereno el apacible Don,

entra en la casa una luna amarilla.

Entra alegre, con la gorra ladeada,

la luna, y ve una sombra.

Esta mujer padece de tristeza,

esta mujer se siente sola.

Su esposo yace en la tumba,

y su hijo está en la prisión. Recen por ella.


3

No, no soy yo, es otra la que sufre,

yo no podría sufrir tanto. Dejen

que un negro manto cubra lo ocurrido,

y que retiren las linternas…

Cae la noche.


4

Si a ti, la joven frívola y sarcástica,

la niña mimada de todos sus amigos,

la alegre pecadora del Tsárskoye Seló,

te hubieran dicho cuánto

habrías de sufrir en esta vida:

cómo, la número trescientos, esperarías

con tu hatillo a los pies de Las Cruces;

y cómo tu lágrima ardiente quemaría

de parte a parte el hielo de año nuevo…

En el patio de la cárcel se mece un álamo,

nada se escucha, ni un solo murmullo. ¿Cuántas vidas

inocentes no se estarán consumiendo allí?


5

Hace diecisiete meses que grito

llamándote a casa.

Me he arrojado a los pies del verdugo,

por ti, hijo mío, horror mío.

Todo ha perdido sus contornos,

y ya soy incapaz de distinguir

a la fiera del hombre, al hombre de la fiera,

ni sé cuántos días faltan para la ejecución.

Me encuentro sola, rodeada de flores

polvorientas, del tintinear del incensario,

y de huellas que no conducen a ninguna parte.

Mientras me mira fijamente a los ojos

anunciándome la próxima muerte,

una estrella inmensa.


6

Ligeras vuelan las semanas,

y aún no sé cómo pudo ocurrir,

cómo, hijo mío, en la cárcel

las blancas noches te miraban,

como hoy vuelven a mirarte

con ojos de halcón afiebrado;

mientras te hablan de tu alta cruz

y de la muerte.

1939


7

La sentencia


Y cayó la palabra de piedra

sobre mi pecho, aún con vida.

No es nada, siempre supe que así sería,

sabré enfrentarlo de la mejor manera.

Son muchas las cosas que aún debo hacer:

acabar de matar la memoria,

procurar que mi alma se vuelva de piedra,

y aprender de nuevo a vivir.

Y si no… El cálido susurro del verano

semeja una fiesta bajo mi ventana.

Hace tiempo ya lo había presentido:

este diáfano día y esta casa vacía.

Verano de 1939


8

A la muerte


Ya sé que vendrás, ¿por qué mejor no ahora?

Espero tu llegada mientras llora mi alma.

Apagué la luz y abrí de par en par la puerta

para que pudieras entrar, tú, tan simple y tan extraña.

Asume para esto el aspecto que quieras,

irrumpe como un proyectil envenenado,

o golpea silenciosa, como un bandido experto,

o mátame con el veneno del delirante tifus.

O llega con ese cuento, que tú misma inventaste

y que ya todos conocemos hasta la náusea —

en ese que descubro la gorra azul del gendarme

y detrás al conserje, pálido de muerte.

Hoy ya me da igual. Sobre el Yenisei se arremolina

la niebla. Fulgura imponente la estrella polar.

Y el más cruel de los espantos nubla

el brillo azul de los ojos que amo.


Casa de la Fontanka, 19 de agosto de 1932.


En Réquiem y otros escritos

José Manuel Prieto González

13 dic 2024

Franz Kafka - Madre

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Franz Kafka - Madre

Ayer se me ocurrió que la razón por la que no he amado a mi madre todo lo que ella merecía radica en que la lengua alemana me lo ha impedido. La madre judía no es una «Mutter», la designación con este vocablo la dota de cierta extrañeza (…). Le damos a una mujer judía el nombre de madre (mutter) alemana, pero olvidamos la contradicción que encierra, contradicción que con tanta mayor profundidad penetra en el sentimiento. «Mutter» es para los judíos demasiado alemán, contiene inconscientemente junto al brillo cristiano también su frialdad. La mujer judía denominada «Mutter» no sólo se torna extraña, sino también extranjera. «Mama» sería un mejor nombre, siempre y cuando no se imaginase detrás «Mutter». Creo que sólo los recuerdos del ghetto mantienen a la familia judía, pues tampoco la palabra «Vater» coincide con el padre judío.

En Diarios

12 dic 2024

Elizabeth Azcona Cranwell - Si el espacio es distancia

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Elizabeth Azcona Cranwell - Si el espacio es distancia

Quizá porque era invierno entonces

con persistencia de hojas concluidas

invierno no elegido

apenas un lugar para partir el vino

y entender esa zona baldía

entre el vértigo y toda permanencia.


Cualquier forma de hablar nos fue lejana

porque siempre ignoré tu despertar

caído desde un sueño mutable

tu despertar tan nuevo en la memoria

como es nuevo el amar

y otro el murmullo de la nieve

ahora que otra vez es invierno

en un pronto país desconocido

y hemos quedado a espaldas del amor.


Quizá porque mis manos son de muro

y me apartan de ti

manos libres que nunca quisieron apresarte

acaso aquel furor huyó

por la pared de vidrio entre mis dedos.

10 dic 2024

Leónidas Lamborghini – El monólogo de la marioneta

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Leónidas Lamborghini – El monólogo de la marioneta

I

—Detrás de la puerta

de uno: toc:

los dos que es

uno: toc: en la

madera

de la puerta de

uno

lo mad de uno:

lo mad que le sucede

a uno: dos. lo

mad de lo que sucede

en uno: toc: la

madera: la

transformación no

sucedida: la

transformación

no

transformada: toc:

lo que va y viene

entre los dos

que es uno. o que

es lo que

sucede en uno

entre los dos

que es uno: toco lo

uno de lo otro

o lo otro

de lo uno

lo que va de

lo uno a

lo otro y

viene

de lo otro a

lo uno. lo

uno que es

lo otro

de uno en

lo uno de

lo otro

de uno. lo

de uno

que es de lo otro. lo

de lo otro

que es

lo de uno

cuando se es

uno

en lo otro

de uno

o uno que es dos

o

son dos. lo

dos

que es uno o

son uno

cuando toc: tocan

en la puerta

de uno

en lo mad de uno:

la transformación

no

sucedida. detrás

de la puerta

de uno

el quien de uno

o el quien del quien

de uno

en lo quien de uno

en lo quien

que es uno: dos. lo

que sucede

a quien

en lo detrás

de uno.


II

—Detrás de la puerta

de uno

la habitación

de uno: lo

que habita en

uno: dos

en uno. detrás

de la puerta

de uno

la

de uno:

lo quien plantado

lo quien

que orea

en la uerta

de uno: lo quien y

lo no quien

lo que va y

viene. lo que

sucede

detrás de la puerta

de uno

cuando: toc: tocan

en la puerta

de la uerta

de uno: lo mad

plantado: la

transformación de

la madera no

transformada en

uno: lo mad

que orea. lo trans

de la madera en

lo no

trans de

la madera.


III

—Detrás

de lo mad

de uno que es

dos

el espejo

en

la habitación

de uno.

detrás de la puerta

de uno

en la uerta

del quien

del quien que

orea. el

espejo de lo

mad de uno: lo

que asoma

de uno: lo que

va y viene

del espejo a uno

que es

lo otro

de uno

que habita en

uno. lo otro

que habita en

el espejo:

toc: lo que asoma

detrás

de lo que

asoma

de uno.


IV

—En la habitación

de lo que

habita en uno

los hilos

que tiran

de uno. los

hilos que tiran

del otro

que es

uno. los

hilos

que tiran de

lo uno y

de lo otro

que está

en uno o

de lo otro que

está

en lo uno

que es uno: dos. el

toc

del hilo

de uno

que tira

del otro

que es uno. el toc

del hilo

del otro que tira

del uno

que es

el otro.


V

—lo mad

de lo que asoma

en el sueño

de uno

que es el sueño

del otro

en uno. el uno

de uno

que se sueña

en el otro

de uno. lo que

lo sueña

a uno: la

madera

de uno: el sueño

de la madera

en

lo mad

de uno

que sueña a otro

que es

uno

en dos: lo mad y

lo no mad. el

sueño

en el sueño del

sueño. el sueño

en el no sueño

del sueño.

detrás de la puerta

de uno

en la uerta

de uno

el sueño de quien

que orea

plantado en el

sueño

de uno

que es dos.

lo que

sucede

en el sueño

que no

sucede en

el no sueño. la

transformación

no sucedida

que va y

viene

del sueño al

no

sueño: del

quien

del sueño al

sueño

del no quien

plantado.

del no quien

que orea

en el sueño

del

quien plantado.


VI

—En la habitación

de uno

el drama

de uno: la culpa

de uno. el cuchillo

de uno

en la madera

de lo mad

de uno

cuando toc tocan

en la

puerta de uno:

el drama

de uno

que es el drama

del otro

en uno: el cuchillo: lo

que une:

el cuchillo

de la culpa de uno:

lo que une a

uno:

lo que une a

une.


En Episodios

8 dic 2024

Margaret Atwood - Siempre fuimos dos...

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Margaret Atwood - Siempre fuimos dos...


Miro el atardecer y me imagino que estamos en invierno. La nieve cae suavemente, fácilmente, cubriéndolo todo de suaves cristales, la niebla que cubre la luna antes de que llueva, desdibujando los contornos, borrando los colores. Dicen que la muerte por congelación es indolora. Te recuestas sobre la nieve como un ángel hecho por unos niños y te duermes. 

Siento su presencia detrás de mí, la de mi antepasada, mi doble, que aparece suspendida en el aire, debajo de la araña, con su traje de estrellas y plumas como un pájaro detenido en mitad del vuelo, una mujer convertida en ángel, esperando ser hallada. Esta vez por mí. ¿Cómo pude creer que me encontraba sola? Siempre fuimos dos. Acaba de una vez, me dice. Estoy cansada de este melodrama, estoy cansada de guardar silencio. No hay nadie a quien puedas proteger, tu vida no tiene valor para nadie. Quiero que esto se termine.

En El cuento de la criada

7 dic 2024

George Steiner - Vestigios de lo informe

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George Steiner - Vestigios de lo informe

En el corazón de la forma se encuentra una tristeza, una huella de la pérdida. La talla es la muerte de la piedra. Dicho de forma más compleja: la forma ha dejado una «fractura» en el potencial del no-ser, ha disminuido el repertorio de lo que podría haber sido (de lo que podría haber sido más verdadero si empleara exhaustivamente sus posibilidades). Del mismo modo, y de forma más difícil de expresar, el gran arte y la literatura, más aún la música, nos llevan hacia los vestigios de lo informe, a la inocencia de sus orígenes y de su material bruto. La persistencia del abismo —el castellano permite el epíteto abisal— es vitalmente ambigua. Aparece la amenaza de la deconstrucción, pero al mismo tiempo la impresión de una gran calma, de una marea cuyo reflujo borrará los efectos de la separación, de la violencia inherente al hacer.

En Gramáticas de la creación

6 dic 2024

Julio Cortázar - La ciudad

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Julio Cortázar - La ciudad


El río baja por las costas

con su alternada indiferencia

y la ciudad lo considera

como una perra perezosa.

Ni amor, ni espera, ni el combate

del nadador contra la nada.

Con languidez de cortesana

mira a su río Buenos Aires.

El tiempo es ese gris compadre

pitando allí sin hacer nada.


En Papeles inesperados

4 dic 2024

Walter Benjamin - El juego

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Walter Benjamin - El juego


El juego, como toda otra pasión, da a conocer su rostro como la chispa que en el ámbito corporal salta de un centro a otro, moviliza ora este órgano ora aquel otro y reúne y limita en él al ser entero. Este es el plazo acotado a la mano derecha hasta que la bola caiga en su casilla. Como un avión, vuela sobre las docenas de la ruleta, esparciendo en sus surcos la siembra de fichas. Anuncia ese plazo el instante, reservado únicamente al oído, en que la bola empieza su giro y el jugador está a la escucha de cómo la fortuna afina sus contrabajos. En el juego, que se dirige a todos los sentidos, sin excluir el atávico de la videncia, le toca también la vez a los ojos. Todos los números le hacen guiños. Pero como ha olvidado el lenguaje de los gestos en lo que éste tiene de más decisivo, generalmente confunde a los que le dan confianza. Y que son desde luego los que demuestran la más profunda devoción por el juego. Todavía un momento sigue ante ellos la apuesta perdida. El reglamento los retiene. No de otra manera retiene al amante la destemplanza de aquella a la que venera. Ve su mano al alcance de las suyas; pero no hará nada para cogerla. El juego tiene adictos apasionados que lo aman por él mismo y de ningún modo por lo que da. Porque si se lo quita todo, buscarán la culpa en sí mismos. Dirán entonces: «He jugado mal». Y ese amor comporta en sí mismo la recompensa de su celo en tal medida que las pérdidas son agradables sólo porque con ellas dan prueba de su ánimo de sacrificio. Un caballero de la suerte tan intachable como lo fue el Príncipe de Ligne, asiduo a los clubs parisinos tras la caída de Napoleón, era famoso por la actitud con la que aceptaba las perdidas más extraordinarias. La actitud era un día y otro día siempre la misma. Dejaba que la mano derecha, que arrojaba continuamente sobre la mesa grandes apuestas, colgase luego lánguida. La izquierda en cambio permanecía inmóvil, horizontal, metida en su chaleco, sobre la parte derecha del pecho. Más tarde llegó a saberse por su ayuda de cámara que en su pecho había tres cicatrices, huella exacta de las uñas de los tres dedos que sin descanso se habían clavado en él.

En Discursos interrumpidos

3 dic 2024

Virginia Woolf - Lunes o martes

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Virginia Woolf - Lunes o martes


Floja e indiferente, sacude ágilmente sus alas, va segura del recorrido, la garza vuela por sobre la iglesia en medio del cielo. Blanca y distante, parece absorbida en sí misma, el cielo que nunca se acaba la esconde y la revela, la mueve y la deja inmóvil. ¿Un lago? Sus orillas se confunden con el paisaje. ¿Una montaña? Qué perfección: el sol aparece por sobre sus laderas. Vuela hacia abajo donde hay helechos, o puede que sean plumas blancas, siempre, siempre…

Una desea comprender la realidad, la espera, la destila laboriosamente unas pocas palabras, todo el día desea (un llanto a la izquierda, otro a la derecha; unas ruedas golpean desigualmente el pavimento; un grupo de buses atascados), desea a lo largo del día (el reloj asegura con inconfundibles doce campanadas la llegada del mediodía; la luz refleja diferentes escalas de tonos dorados; un enjambre de escolares pasa por afuera), desea comprender esta realidad. Roja es la cúpula; de los árboles cuelgan monedas; de las chimeneas sale humo; un ladrido, un llanto, alguien grita «¡Compro metales!» ¿Y la realidad?

Rayos de sol iluminan pies de hombres y de mujeres, zapatos negros o con hebillas doradas (está nublado; ¿azúcar? No, muchas gracias; qué sucederá con la Inglaterra del futuro), alguien hecha leña y la luz del fuego cubre de rojo la habitación con excepción de las figuras negras y sus ojos brillantes, mientras afuera una furgoneta es descargada, la señora como-sea-que-se-llame toma té en su escritorio, y el cristal protege los abrigos de piel en una vitrina…

Como una hoja ligera se desvanece en los bordes, se eleva por medio de las ruedas de autos, a veces plateada, proviene del patio de un hogar, entera, esparcida, malgastada de diferentes maneras, barrida hacia abajo, arriba, rasgada, hundida, destruida, ensamblada… ¿así es la realidad?

Es hora de rememorar cerca de la chimenea de mármol blanco con forma cuadrada. Desde las profundidades de marfil las palabras ascienden y arrojan su negritud; florecen y penetran. Caído el libro; en la llama, en el humo, en las chispas momentáneas (o ahora mientras viajo en mi cabeza, veo un cuadrado de mármol y me imagino minaretes por debajo y mares de la India, mientras arriba el espacio proyecta azul y las estrellas ya brillan) también hay verdad, ¿no? Por lo tanto, ¿así es la realidad?, ¿o esto es lo más cerca que se puede estar?

Floja e indiferente la garza vuela de regreso; el cielo la cubre con una capa de estrellas; luego desaparecen.

En Lunes o martes. Cuentos y bosquejos
Traducción: Antonio Díaz Oliva

2 dic 2024

Final chejoviano de Chéjov

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Final chejoviano de Chéjov

Cuenta Gorki en sus memorias que cuando Chéjov muere en Badenweiler, un balneario alemán al que había ido en procura de alivio a la tuberculosis, su cuerpo es enviado a Moscú en tren, en un vagón de ostras congeladas. Al llegar a la estación, una banda de música empieza a tocar ante su féretro en medio de una muchedumbre. Se trata de un malentendido. En el mismo tren viene también el féretro de un general que es el destinatario del homenaje. Una vez aclarada la confusión, quedan los pocos que habían ido a esperar a Chéjov, entre los que se encuentra el propio Gorki.

Dice Gorki: "Recuerdo que en el cortejo había dos abogados moscovitas que parecían unos novios, con sus botas nuevas y sus corbatas de vivos colores. Al marchar detrás de ellos, oí que uno hablaba de la inteligencia de los perros, mientras que el otro describía las cualidades de su casa de campo y las hermosas vistas que la rodeaban. Una mujer, con traje malva y sombrilla de encaje, decía excitada a un viejo: ¡Qué simpático era, qué ingenioso! El viejo carraspeó escépticamente varias veces".

Imagen: Chéjov y Gorki