Jean Cocteau - Situación de Mallarmé

31 mar 2020

Jean Cocteau - Situación de Mallarmé

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Jean Cocteau - Situación de Mallarmé


Una juventud apasionada de lo maravilloso y del cinismo prefiere cualquier medium de feria, cualquier estafador, a este tipo de hombre honrado, de burgués íntegro, de aristócrata exquisito, de obrero piadoso, de orfebre: Mallarmé. Humano, demasiado humano. Confieso, por mí parte, una vez desaparecida la sombra que lo aureolaba, que ya no veo más que el modern-style de la orfebrería.

Si Mallarmé talla piedras, es, más bien que un diamante, una amatista, un ópalo, una gema sobre la tiara de Herodías, en el museo Gustave Moreau.

Rimbaud ha robado sus diamantes; ¿pero dónde? He aquí el enigma.

Mallarmé, el sabio, no os cansa. Merece esa dedicatoria sospechosa de Las flores del mal, que Gautier no merece. Rimbaud conserva el prestigio del encubrimiento, de la sangre; en él, el diamante está tallado con vistas a un robo con fractura, con el único fin de cortar un cristal, una luna de escaparate.

Los verdaderos maestros de la juventud, entre 1912 y 1930, fueron Rimbaud, Ducasse, Nerval, Sade.

Mallarmé influye más bien sobre el estilo del periodismo.

Baudelaire presenta arrugas, pero conserva una juventud asombrosa.

Cada verso de Mallarmé fue, desde su origen, una bella arruga, fina, estudiosa, noble, profunda. Este aspecto, más viejo que eterno, impide que su obra envejezca a trozos y la da toda una apariencia arrugada, análoga a la de las líneas de la mano, líneas que serían decorativas en vez de ser proféticas.

Nada más triste que el diario de Jules Renard; nada demuestra mejor el horror a las Letras. Él ha debido decirse: «Todos son bajos, pequeños, arribistas. Nadie se atreve a confesarlo; yo lo confesaré y seré único». Y ello provoca en el lector impío y a quien le gustaba Renard, una opresión insuperable.

Abandona uno ese breviario del hombre de letras, del arrivismo íntegro, con la seguridad de que las ranas han encontrado rey. (Entiendo por ranas lo que se atrapa con un trozo de cinta roja).

Unos pocos polvos insecticidas aniquilarían esos volúmenes que nos escuecen, que nos impiden releer Pelo de zanahoria.

Supongo que muchos periodistas no quieren mentir, pero que mienten por ese mecanismo de la poesía y de la Historia que deforman lentamente para lograr el estilo. Esta deformación aplicada de manera inmediata, produce la mentira. Ahora bien; no sé si esa mentira, gracias a la cual los hechos deben a la larga su relieve, es útil sin la perspectiva. Creo que los hechos relatados con fidelidad, en caliente, al día siguiente tendrían mil veces más fuerza.



En Opio  
Traducción: Julio Gómez de la Serna
Imagen: © Man Ray Trust ARS-ADAGP

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