El mono tocaba
galantemente la trompeta
devorador
de maníes.
El gran desastre fue venir,
abandonar su oficio
de simio de celebérrimo oficial.
Ir de a dos con una mona
y morírsele en el Houdini
y luego la tristeza, el jazz,
el solo de tuba.
Mira desde el noveno piso
los alambres telefónicos
y la terraza de Elena la bella
pero la música puede más
y se tira
sobre un sofá de gasa
a improvisar.
En Acordeón a piano


0 Comentarios