31 jul 2024
W. H. Auden - Un privilegio y una desgracia
«Mi lenguaje es la prostituta universal a la que he de convertir en una virgen» (Karl Kraus). Para la poesía es a la vez un privilegio y una desgracia que su medio de expresión no le pertenezca en exclusiva, que los poetas no puedan inventar sus propias palabras y que estas no sean producto de la naturaleza, sino de una sociedad humana que las utiliza con muy distintos propósitos. En las sociedades modernas, donde el lenguaje constantemente se corrompe y se reduce a balbuceos, el poeta está siempre en peligro de que su oído se pervierta, un peligro que desconocen los pintores y compositores, que poseen un lenguaje privado. En cambio, el poeta se halla mejor protegido contra otro peligro moderno: el de la subjetividad solipsista. No importa lo esotérico que pueda ser un poema, el hecho de que las palabras que lo componen tengan significados que pueden consultarse en un diccionario da testimonio de la existencia de otras personas. Ni siquiera el lenguaje del Finnegans Wake de Joyce surgió ex-nihilo: un mundo verbal estrictamente privado es imposible.
En El arte de leer
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