Carlos Drummond de Andrade - Elegía 1938

8 may 2024

Carlos Drummond de Andrade - Elegía 1938

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Carlos Drummond de Andrade - Elegía 1938

Versión: Isaías Garde


Trabajas sin alegría para un mundo caduco,

donde las formas y las acciones no encierran ningún ejemplo.

Practicas laboriosamente los gestos universales,

sientes calor y frío, falta de dinero, hambre y deseo sexual.


Los héroes llenan los parques de la ciudad en que te arrastras;

y preconizan la virtud, la renuncia, la sangre fría, el concepto.

De noche, si hay niebla, abren paraguas de bronce

o se retiran a los volúmenes de siniestras bibliotecas.


Amas la noche por el poder de aniquilamiento que encierra

y sabes que, durmiendo, los problemas te libran de morir.

Pero el terrible despertar prueba la existencia de la Gran Máquina

y te devuelve, diminuto, ante las palmeras indescifrables.


Caminas entre muertos y con ellos conversas

sobre asuntos del tiempo futuro o negocios del espíritu.

La literatura estropeó tus mejores horas de amor.

Perdiste al teléfono mucho, muchísimo tiempo de sembrar.


Corazón orgulloso, te urge confesar la derrota

y dejar para otro siglo la felicidad colectiva.

Aceptas la lluvia, la guerra, el desempleo y la injusta distribución

porque no puedes, solo, dinamitar la isla de Manhattan.


Elegia 1938


Trabalhas sem alegria para um mundo caduco,

onde as formas e as ações não encerram nenhum exemplo.

Praticas laboriosamente os gestos universais,

sentes calor e frio, falta de dinheiro, fome e desejo sexual.


Heróis enchem os parques da cidade em que te arrastas,

e preconizam a virtude, a renúncia, o sangue frio, a concepção.

À noite, se neblina, abrem guarda-chuvas de bronze

ou se recolhem aos volumes de sinistras bibliotecas.


Amas a noite pelo poder de aniquilamento que encerra

e sabes que, dormindo, os problemas te dispensam de morrer.

Mas o terrível despertar prova a existência da Grande Máquina

e te repõe, pequenino, em face de indecifráveis palmeiras.


Caminhas entre mortos e com eles conversas

sobre coisas do tempo futuro e negócios do espírito.

A literatura estragou tuas melhores horas de amor.

Ao telefone perdeste muito, muitíssimo tempo de semear.


Coração orgulhoso, tens pressa de confessar tua derrota

e adiar para outro século a felicidade coletiva.

Aceitas a chuva, a guerra, o desemprego e a injusta distribuição

porque não podes, sozinho, dinamitar a ilha de Manhattan.

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