Marina Tsvietáieva - Muerte

18 jul 2020

Marina Tsvietáieva - Muerte

   
Marina Tsvietáieva - Muerte


     1. La muerte es terrible sólo para el cuerpo. El alma no la razona. Por eso, en el suicidio, el cuerpo es el único héroe.

    2. El suicidio: Lâcheté del alma que se transforma en heroísmo del cuerpo. Es lo mismo que si Don Quijote, al acobardarse, hubiera enviado a Sancho Panza a la batalla - y éste hubiera obedecido.

    3. El heroísmo del alma - vivir, el heroísmo del cuerpo - morir.

    4. Nadie ha estado nunca de pie junto a una tumba sin preguntarse: «¿quién fue el último junto al que estuve así la última vez? ¿Quién será el siguiente junto al que estaré ahí de pie?». De esa forma se crea entre nuestros propios muertos, los muertos personales, un vínculo conocido que sólo existe en una conciencia determinada, distinta en cada circunstancia.

    5. Cada muerte nos vivifica cada una de ellas. Cada persona que muere nos devuelve a todos los que murieron antes que él y a nosotros - a ellos. Si no murieran los sucesivos, más tarde o más temprano olvidaríamos a los primeros. Así, el ir de sepultura en sepultura es la caución solidaria de nuestra fidelidad a los muertos. Una especie de coexistencia póstuma en la memoria: en la sucesión de sepulturas propias.

    6. Al igual que la fuerza de las olas, la muerte nos conduce por las colinas de las sepulturas - a la vida.

    7. Una casa donde alguien se está muriendo es silenciosa. Una casa en donde se ha muerto alguien es atronadora. La primera riega con agua muerta todos los rincones, duerme. La muerte está en cada ranura. En cada cavidad del suelo hay una fosa. Una riega con agua muerta, la otra salpica con agua viva. Un frasco con agua viva hecho añicos, y en cada pedazo, aunque hiera - hay vida. En la casa del moribundo no se llora, y si lloran - se esconden. En una casa donde alguien ha muerto se llora amargamente. El primer ruido - el de las lágrimas.

    8. La muerte está en casa del moribundo, en casa del muerto la muerte no está. La muerte se marcha antes que el cuerpo, antes que el médico e incluso antes que el alma. La muerte sale de casa la primera.

    9. Si son suficientes cuatro años para resignarse por la muerte de un poeta como Blok, ¿cómo andarán entonces las cosas con Pushkin (1836)? ¿Y con Orfeo (¿)? La muerte de cualquier poeta, aunque sea la muerte más natural, es antinatural, es decir, un asesinato, por eso es infinita, ininterrumpida, y dura eternamente, en todo momento.

    10. El movimiento silencioso del revolver hacia la sien - es el último grito de la vida. El chasquido del gatillo - ya es el silencio sepulcral.

    11. Un pensamiento olvidado es como la muerte. Vino del caos y regresó al caos

    12. Querido amigo, usted dice -y está en lo cierto- que el deseo de la muerte es el deseo de la pasión.

    Yo únicamente lo traslado.

En Locuciones de la Sibila