1 jul 2019
Fogwill - Instituciones
AQUEL del cementerio de la tierra marrón fue también un sueño político. El lugar de los muertos es un espacio que a través de la historia fue disputado entre las instituciones religiosas, familiares y políticas. El estado moderno y su compleja trama de reglamentaciones sanitarias, censales y forenses representaron un triunfo de la política sobre los otros ámbitos en pugna que llegó a parecer definitivo. Pero al promediar el siglo XX la empresa capitalista y el sistema financiero intervinieron con éxito en la disputa y de ser meros proveedores y contratistas de un estado omnívoro pasaron a ser oferentes y titulares de la poderosa industria de la administración privada de la muerte y del procesamiento —conservación o reducción a polvo— del cadáver humano.
Para el habitante del capitalismo tardío el cementerio privado, como la medicina privada, es un componente del paraíso de libertad y autonomía que sólo puede alcanzar quien se haya situado satisfactoriamente en la red de distribución del poder y la riqueza.
En algunos ámbitos de Estados Unidos se oye hablar de los «buenos lugares de la cadena alimentaria», con referencia a los sitios estratégicos desde donde un hombre diestro puede eludir su destino natural de enfermedad y muerte, si no librándose de ellas, al menos librándolas de las imperfecciones que imprime a cementerios y hospitales la administración pública y colectiva.
En La gran ventana de los sueños
Suscribirse a:
Comentarios de la entrada
(
Atom
)
No hay comentarios. :
Publicar un comentario