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Amelia Biagioni - Episodios de un viaje venidero (poema póstumo)

Amelia Biagioni - Episodios de un viaje venidero (poema póstumo)

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Ya deshojada el alma sueño -adiós corola de preguntas deseos arrullos trances agonías- ya partido el espíritu, el solo el antes sol -puntal de los intentos de asir el íntimo volar remoto y volverlo escritura levitante- el yerto, cumpliendo una canción de la difunta fue confiado a la hoguera, y el súbito resumen de cenizas, a la pasión del mar, quien por obra y por sal de oleaje mítico las rodeó de una barcarola: un arca mínima de titanio domado cuarzo luna o canto rodante, según quien la imagine.

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Porque un a veces perceptible resplandor del espíritu permanece en los restos mientras conserven su sentido, fulgura en las cenizas navegantes el sinfónico rayo, la mirada desconocida que en su recinto -frente adentro de la asombrada- proyectaba clarividencias, y en el abrazo de su fulgor, ellas duermen entretejidas en un sueño rapsoda, no advertido por tierras ni por naves del mar ni del cenit ni de la mente , ritmado por bonanzas tempestades gaviotas y constelaciones.

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Cuando el viento promete en su soñar unánime las de la ebria ondeante barcarola ven la primordial devoración, la que origina liberadores arpegios, como el apócrifo: volcán-laurel-zorzal-amor, la ven surgir del mar proteico, en inminencias: archipiélago a punto de alzar vuelo, y pez a punto de entonar: No hay pleno arpegio sin terror ni dolor.

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Cuando el viento desnuda, desde un océano del tiempo las resumidas en su sueño ven en las orillas cavilantes la zona cumbre del arpegio numeroso: La -cruel o mártir- dual devoración, ceremonia frontal o de perfil, de quienes saben que comen al prójimo, o que son comidos por él. 

Ven los infiernos y ven los cielos abriéndose en las almas no son lugares sino estados de alma, fomentados por minorías poderosas oscuras o radiantes -que vierten crimen o belleza sobre todos los órdenes del hambre diseminadas en la esférica extensión del sufrimiento que la esperanza vuelve músico.

Y sobre oleaje púrpura remonte de las aguas legendarias contemplan el humano devenir, su cíclico argumento desplegado en la porfía metafísica del banquete sin fin, que se alza cae y torna entre el mar de la sed y el salmo hambriento; lo contemplan en cuarteto de travesías: El Barco Ebrio Ulises Moby Dick y Noé pasan creando rebeldía odisea exterminio y regénesis

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Y siempre un diferente así, hasta que el mar se acabe y las del arca mínima formen parte de las cenizas de la Tierra, de su bandada sin memoria. 

Aunque tal vez la vidente navegación dure menos que el mar y que la guerra, tal vez hasta que un pájaro misil desgarre el viaje el arca el sueño, y las cenizas abandónicas se pierdan iniciándose en el oficio de durmientes de nadie, menos una -ojalá- partícula: la que guarde un resplandor del ojo lince -el de mi contemplar desconocido- la que despierte paulatina sobre las eras asumiendo los arduos porvenires de rima y ronda y organismo ardiente, hasta llegar -escalando el deseo- al rango de algún amante pensamiento: son y escucha de la VIDA que es cántico UNIVERSO improvisándose dentro de algún volar del...


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