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Edgar Bayley - La encantadora

Edgar Bayley - La encantadora

No digo nada, no pienso nada, se repetía sin despegar los labios el Dr. Pi mientras atravesaba la calle. Un ciervo azul y un helicóptero atrajeron brevemente su atención.

Empuñó su paraguas y dijo al fin en voz baja:

-Era necesario.

Una señora entrada en carnes y de mediana edad le advirtió:

-Cuidado, se le han desprendido los cordones de los zapatos.

Pi agradeció la advertencia y se anudó los cordones. Luego avanzó con paso firme hacia la encantadora de serpientes.

Ella le tendió los brazos y abandonó su puesto en el parque de atracciones.

-Sólo por unos momentos -dijo la encantadora.

-No hay más que momentos, unos pocos momentos -dijo Pi.


En Vida y memoria del doctor Pi y otros relatos

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