17 ago 2024
César Aira - No entendí nada
En 1840, cuando se publicó el primer poema de Browning, Sordello, provocó una enorme conmoción entre los lectores, porque se resistía no ya a la interpretación sino a la comprensión más elemental. Era como si estuviera en chino, y todos querían leerlo, todos se precipitaban a las librerías a comprarlo, entusiasmo que no habría despertado un libro realmente escrito en chino. Una de las historias que quedaron registradas de esa temporada, no sé si veraz (y no sé si la recuerdo bien), dice que un señor enfermo, en su lecho de muerte, gran lector toda su vida, se enteró de la aparición de Sordello y de su fama de incomprensible, y mostró el más vehemente deseo de conocerlo. Un pariente bienintencionado fue a comprarlo, y se lo leyeron. Sus últimas palabras (pues expiró inmediatamente después de terminada la lectura) fueron: “No entendí nada”. Es materia de especulación si murió desesperado o, precisamente al revés, esperanzado. Quizá quiso decir: “¡Por fin no entendí algo!”. Porque entender puede ser una condena. Y no entender, la puerta que se abre.
En La ola que lee
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