Arthur Rimbaud - Vidas

3 feb 2024

Arthur Rimbaud - Vidas

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Arthur Rimbaud - Vidas


I

¡Oh las enormes avenidas del país santo, las terrazas del templo! ¿Qué han hecho del brahmán que me explicó los proverbios? Desde entonces, de allí abajo, veo todavía las viejas. Recuerdo las horas de plata y de sol hacia los ríos, la mano de la campiña sobre mis espaldas, y nuestras caricias de pie en las llanuras salpimentadas. — Un vuelo de pichones escarlata retumba alrededor de mi pensamiento. — Exiliado aquí, he dispuesto de un escenario donde representar las obras maestras dramáticas de todas las literaturas. Os indicaré las riquezas inauditas. Observo la historia de los tesoros que encontrasteis. ¡Veo cómo siguen! Mi ciencia es tan menospreciada como el caos. ¿Qué representa mi nada, ante el estupor que os aguarda?

II

Soy un inventor de mucho más mérito que cuantos me han precedido; algo así como un músico que ha encontrado algo como la clave del amor. Ahora, gentilhombre de una campiña agria, de cielo sobrio, intento emocionarme con el recuerdo de la infancia menesterosa, del aprendizaje o de la llegada en zuecos, de las polémicas, de las cinco o seis viudeces y algunas francachelas en las que mi cabeza dura impidió que me pusiera al diapasón de los camaradas. No lamento mi vieja parte de alegría divina; el aire sobrio de esta agria campiña alimenta muy activamente mi atroz escepticismo. Pero como este escepticismo de ahora en adelante no puede ponerse en práctica, y que por otra parte estoy entregado a una nueva inquietud, espero convertirme en un loco muy malo.

III

En una buhardilla donde estuve encerrado a los doce años, conocí el mundo e ilustré la comedia humana. En una bodega aprendí la historia. En alguna velada nocturna en una ciudad del Norte encontré a todas las mujeres de los antiguos pintores. En un viejo pasaje de París, me enseñaron las ciencias clásicas. En una magnífica morada rodeada por el Oriente entero he realizado mi inmensa obra y ha transcurrido mi ilustre retiro. He braceado mi sangre. Mi deber está cumplido. Ni siquiera hay que pensar en ello. Soy realmente la ultratumba, y nada de encargos

En Iluminaciones
Traducción: Ramón Buenaventura

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