Vana misión, la de salir del nombre
y el rostro propios. Vana, desvaída
como un álbum ya viejo. ¡Nada somos
si no somos nosotros! Ve la rosa
que no inicia el camino a la gardenia,
y la nube, tan grave en su seguro
ser único, distinto, conquistado.
El hombre se despeña tras las máscaras.
Sí, te lo digo: máscaras. Recuerda.
Sólo en ti -solo- cabe tu universo,
y esa flor que te alcanza no es la misma
que alcanzo yo. ¡Qué inútil, una máscara!
Llora el rostro detrás de la sonrisa,
y el más pequeño césped nos trasciende...
En Presencia, 1938, firmado con el seudónimo de Julio Denis


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