No necesito el encanto
del invento elegiaco ni las ódicas huestes.
Para mí, todo en los versos
tiene que ser a destiempo, no como quiera la gente.
Si supieran la basura
de la que brotan los versos, sin conocer la vergüenza;
como un diente de león
junto a una valla, un cardo, un espinillo.
Un grito enojado, el moho
misterioso en la pared, el olor fresco a alquitrán…
Y el verso dulce y vivo
está sonando ya, para mi solaz y el de ustedes.
Traducción: Belén Ojeda
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