Se puede ser inteligente y buscar en Dios el cómplice y el amigo que faltan siempre. Dios es el eterno confidente en esta tragedia donde cada uno es el héroe. Puede que haya usureros y asesinos que digan a Dios: «¡Señor, haz que mi próxima operación tenga éxito!». Pero la oración de estas malas gentes no disminuye el honor y el placer de la mía.
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