17 jun 2024
Jorge Aulicino - Un recuerdo
Las manos eran las de un hombre que jamás
hubiera hecho un asado,
por los lunares rosados,
la blancura, la intimidad de la que hablaban
con solo posarse sobre la mesa.
Era un buen hombre que fumaba un puro al anochecer.
Los faroles se inclinaban sobre él cuando pasaba.
Tenía blanco el bigote en las puntas, amarillo bajo la nariz.
De hecho vi en el consultorio sus manos sobre el vidrio
de un escritorio y el cigarro apagado bajo la lámpara.
Apenas parpadeaba. Su diagnóstico era preciso, parco.
Decía “paperas” o “no es nada”, pero sus recetas
resultaban ilegibles, criptogramas que encerraban
algo más para nosotros, lectores ávidos.
Nunca supe en qué pensaba, más allá de las recetas,
pero, seguro, algo distinto a los remedios.
O no era nada, sino que solo caminaba y fumaba,
llegaba a su casa, tal vez amaba a alguien.
Los fósforos apagados que tiraba al pasar
se los comieron los años
y la mugre en que cayó aquel barrio.
En El capital-La lírica (Barnacle, 2024)
No hay comentarios. :
Publicar un comentario