Una persona está emocionándose en este instante. Alguien, en algún lugar, tiembla de emoción porque algo extraordinario está a punto de ocurrirle a esa persona. Esa persona se ha vestido para la ocasión. Esa persona ha esperado y soñado con este momento, y ahora está sucediendo de verdad, y esa persona apenas si puede creérselo. Pero la cuestión ya no consiste en creer: el tiempo de la fe y de la fantasía ha concluido; esto está sucediendo de verdad. Esto requiere una actitud sumisa y reverente. Es posible que tenga que arrodillarse, igual que cuando alguien es armado caballero. Es muy raro que a alguien le den el título de caballero. Pero esa persona es posible que se arrodille y que reciba un toque de espada en cada hombro. O lo más probable es que esa persona esté dentro de un coche, o en una tienda, o bajo un toldo de vinilo cuando ocurra. O hablando por teléfono, o conectada a internet. Podría ser la respuesta a un mail suyo: Ahí tienes tu título de caballero. O un largo, jocoso y farragoso mensaje telefónico en el que todas las personas a las que esa persona conoce hablan a través de un manos libres y todas le dicen a la vez: Has pasado la prueba, todo era una prueba. Estábamos gastándote una broma, la vida real es mucho mejor que eso. Esa persona se ríe a carcajadas, con alivio, y vuelve a poner el mensaje para escuchar la dirección del lugar en que todas las personas que ha conocido a lo largo de su vida la esperan para darle un abrazo y para incorporarla a la vida real. Es muy emocionante, y no se trata de un sueño, sino que está ocurriendo de veras.
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