Dos rinocerontes
habían puesto una casa de tango
con el fin de hacer moneda
y volverse a los pagos.
El letal estribillo
de los compositores de Buenos Aires
volvía sus pequeños corazones
madrigueras
de soledad.
Dos rinocerontes
habían puesto una casa de tango
con el fin de hacer moneda
y volverse a los pagos.
El letal estribillo
de los compositores de Buenos Aires
volvía sus pequeños corazones
madrigueras
de soledad.
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