5 may 2023
César Aira - Escribir… ¿qué?
De modo que esa noche, después de acostar a los niños, se sentó en su rincón y se puso a escribir. Antes de empezar, en ese momento de suspensión en el que todo era posible, hasta desobedecer a la musa, se preguntó una vez más (y esta vez a sí mismo): escribir… ¿qué? Fue como si la vieja pregunta tomara sentido pleno por primera vez.
Fue un instante: al siguiente ya estaba escribiendo, y lo hizo sin detenerse durante dos o tres horas. Fue un trabajo sonriente, intercalado con risas, que tuvo que contener para no despertar a la familia. No porque lo que escribía fuera cómico: era serio, pero él no lo escribía en serio; lo cómico estaba en la situación. La sonrisa también reflejaba la facilidad con que salían los versos, una emisión fluida, casi automática, que parecía como si pudiera seguir indefinidamente. En cierto modo, era un regreso de la musa, por el camino indirecto del personaje adoptado o la voz ajena. Quizá siempre debería haberla buscado ahí.
En Parménides
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