5 may 2020
Anne Sexton - Para el año de los locos
Anne Sexton, USA (1928-1974) |
Una plegaria
Oh María, madre frágil,
escuchame, escuchame ahora,
aunque no conozca tus palabras.
El rosario negro con su cristo de plata
descansa, sin bendecir, en mi mano,
porque yo soy la incrédula.
Cada cuenta, redonda y dura, entre mis dedos,
es un pequeño ángel.
Oh María, permitime esta gracia,
este paso,
aunque yo sea tan desagradable,
hundida en mi pasado
y en mi locura.
Si bien acá hay sillas,
yo me tiro en el piso.
Solo mis manos están vivas,
al tocar las cuentas.
Tartamudeo palabra a palabra.
Una principiante; siento tu boca que toca la mía.
Cuento las cuentas como olas
que me martillan.
Me lastima su cantidad;
enferma, enferma en el calor del verano,
la ventana sobre mí
es la única oyente de mi ser incómodo.
Ella es la gran garantía, la aliviadora.
La dadora de aire,
al murmurar,
exhala desde sus amplios pulmones como un pez enorme.
Cerca, más cerca,
llega la hora de mi muerte
mientras me arreglo la cara, retrocedo,
me vuelvo inmadura y mi pelo se alisa.
Todo esto es la muerte.
En la mente hay un pasaje angosto que se llama muerte,
me muevo por allí
como a través del agua.
Mi cuerpo es inútil,
yace enroscado como un perro en la alfombra.
Ya se rindió.
Aquí no hay palabras, salvo esas que se entienden a medias:
"Ave María" y "Llena eres de gracia".
Ahora penetro en el año sin palabras.
Noto la entrada rara y el exacto voltaje.
Existen sin palabras.
Sin palabras toco el pan,
y reparto el pan
sin hacer ruido.
Oh María, tierna doctora,
vení con polvos y hierbas
porque estoy en el centro.
Es exiguo y el aire es gris,
como en un baño de vapor.
Recibo el vino, como un niño recibiría leche.
Presentado en una copa fina,
redondeada y de borde delicado.
El vino es de tonos vivos, rancio y secreto.
La copa se alza por si misma hasta mi boca,
y me entero de eso y lo comprendo,
solo porque ocurre.
Tengo miedo de toser,
pero no hablo,
miedo a la lluvia, miedo del jinete
que empieza a cabalgar dentro de mi boca.
La copa se inclina por sí misma
y me enciendo.
Veo dos lineas finas que bajan ardiendo por mi mentón,
me veo a mi misma como si estuviera viendo a otra.
Estoy partida en dos.
Oh María, levantá los párpados.
Estoy en el dominio del silencio,
en el reino del loco y del durmiente.
Hay sangre acá
y yo estoy sin comer.
Oh madre del útero,
¿vine solamente por la sangre?
Oh pequeña madre,
estoy en mi propia mente,
estoy encerrada en la casa errónea.
Versión: Isaías Garde
Anne Sexton - For The Year Of The Insane
A prayer
O Mary, fragile mother,
hear me, hear me now
although I do not know your words.
The black rosary with its silver Christ
lies unblessed in my hand
for I am the unbeliever.
Each bead is round and hard between my fingers,
a small black angel.
O Mary, permit me this grace,
this crossing over,
although I am ugly,
submerged in my own past
and my own madness.
Although there are chairs
I lie on the floor.
Only my hands are alive,
touching beads.
Word for word, I stumble.
A beginner, I feel your mouth touch mine.
I count beads as waves,
hammering in upon me.
I am ill at their numbers,
sick, sick in the summer heat
and the window above me
is my only listener, my awkward being.
She is a large taker, a soother.
The giver of breath
she murmurs,
exhaling her wide lung like an enormous fish.
Closer and closer
comes the hour of my death
as I rearrange my face, grow back,
grow undeveloped and straight-haired.
All this is death.
In the mind there is a thin alley called death
and I move through it as
through water.
My body is useless.
It lies, curled like a dog on the carpet.
It has given up.
There are no words here except the half-learned,
the Hail Mary and the full of grace.
Now I have entered the year without words.
I note the queer entrance and the exact voltage.
Without words they exist.
Without words on my touch bread
and be handed bread
and make no sound.
O Mary, tender physician,
come with powders and herbs
for I am in the center.
It is very small and the air is gray
as in a steam house.
I am handed wine as a child is handed milk.
It is presented in a delicate glass
with a round bowl and a thin lip.
The wine itself is pitch-colored, musty and secret.
The glass rises in its own toward my mouth
and I notice this and understand this
only because it has happened.
I have this fear of coughing
but I do not speak,
a fear of rain, a fear of the horseman
who comes riding into my mouth.
The glass tilts in on its own
and I amon fire.
I see two thin streaks burn down my chin.
I see myself as one would see another.
I have been cut int two.
O Mary, open your eyelids.
I am in the domain of silence,
the kingdom of the crazy and the sleeper.
There is blood here.
and I haven't eaten it.
O mother of the womb,
did I come for blood alone?
O little mother,
I am in my own mind.
I am locked in the wrong house.