Georges Perec - Las dos obras

25 jul 2020

Georges Perec - Las dos obras


Georges Perec - Las dos obras


Debo actuar en dos obras de teatro.

  Una figuración reciente ha revelado mis dotes de actor y he sido elegido como quien no quiere la cosa.

  En el momento de entrar en escena me doy cuenta de que no he ensayado, ni siquiera leído, una sola vez mi papel.

  La escena transcurre en un gran hall-café-dormitorio comunitario-cantina. Los actores están sentados a la mesa. Elijo mi sitio en el asiento que estaba libre, en la zona delantera del escenario.

  Hago el papel de una especie de vagabundo. Sobre la mesa hay un pedazo de papel con algunas réplicas, pero un actor que hay a mi lado (que también es el director) se inclina hacia mí y me susurra que ese no es mi papel.

  Me invade una gran inquietud. Poco tiempo después, logran al menos pasarme una ficha (más bien tipo papel de carnicería) con algunas indicaciones de texto. Debo fiarme de ciertos parpadeos de mis compañeros para saber cuándo me toca hablar.

  La obra comienza.

  Estoy perdido. Tengo la impresión de hablar a diestro y siniestro. Por suerte, el autor ha escrito un texto muy deshilvanado. Es más bien una especie de guirigay.

  Tras un rato de molestia considerable (estropeo el trabajo de los demás), los antidisturbios aparecen al fondo de la sala.

  Esto forma parte de la obra.

  Gran confusión.

  Pasamos a la segunda obra.

  Es un acto para tres personajes. Yo hago el papel del oso (¿o es el del diablo?) y ante mí están Fausto y Marguerite o bien Don Juan y Faustine. Poca inquietud respecto a mi texto, a pesar de que llevo las pieles con las que debo vestirme. Consiste sobre todo en gruñidos.

  Me entero de que el papel ha sido escrito en realidad para Roger Blin, que debe interpretarlo a partir del día siguiente y yo me regocijo de repente ante la idea de «crear un papel que Blin va a retomar».

  La primera obra, ¿no era más bien un ensayo? En cualquier caso, la segunda no se representa.

En La cámara oscura