18 ago 2020
Ango Sakaguchi - La escultura aberrante
Finalmente el dios de la viruela se marchó, llevándose consigo a la quinta parte de los habitantes del pueblo. A pesar de que en la residencia del rico señor vivía mucha gente, allí no enfermó ni una sola persona. La escultura aberrante que yo había tallado se convirtió, de la noche a la mañana, en el objeto de adoración de los aldeanos.
En La princesa Yonaga y Mimio