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Werner Herzog - Statu Quo

Werner Herzog - Statu Quo

Mandé mi correo de Navidad, sabiendo que va a llegar muy tarde o más bien nunca. El árbol de Navidad en la oficina de correos, compuesto por un par de ramas peladas de las que colgaban tiras de papel metalizado y celofán verde, además de un paquetito, me estremeció hasta los huesos. Afuera miré largo rato hacia el río, esforzándome por recuperar un poco la compostura. Las «chatas», barcazas planas, viajan con tubos hacia lejanos puntos de perforación petrolera. Belén está en parte bajo agua. Hoy al amanecer los pájaros abogaban por la continuidad de la Creación. Para ellos, todo lo que está afuera de la perpetuación del statu quo es mortal. Mi reloj está ahora del todo roto, pero hace tiempo que pienso bien amazónicamente: antes de la comida, después de la tormenta, hacia la tarde. Un mendigo ciego y descalzo pasó tanteando la pared de una casa. Una mujer tomó agua de una olla de aluminio en la que nadaban peces de río viscosos y de ojos grandes. Uno de ellos estaba muerto, la panza blanca hacia arriba. Después un chico bebió de la olla.

En Diario de Fitzcarraldo

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