Cualquier pájaro ciudadano
hubiera hecho lo mismo.
Su mujer sufría y los médicos
sorteaban la fecha de penumbra.
El amor tiene razón
decían de acuerdo el amante y la amada;
la muerte no es para cualquiera
que se encargue.
Pusieron en venta el clavecín
y dedicaron la última semana
a envenenarse con uva de raposa.
Los encontró el dueño de la pieza que rentaban
no muertos,
sino abrazados.
En Acordeón a piano


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