5 dic 2019
Esteban Peicovich - Cita en Mojácar
En Mojácar ella envuelve en algodón los geranios.
Da de cantar al mirlo.
Desde que ella llegó
el desorden del paisaje quedó planificado.
Otro génesis.
El día no es el revés del naipe de la noche.
Ella llegó con la única misión
de fijar a Canopus en el cielomundi.
Tras el mirador donde revientan las lilas,
ella recuerda sus mapas terrestres:
inscripciones sánscritas en Anacapri,
su evangelio etrusco a los esquimales,
una religión en la isla de Pascua.
Ella encontró y perdió a Cristo varias veces.
Durante una década su sonrisa se estampó en vestiduras,
paraguas, capelinas, pañuelitos, arcones diminutos.
Su sonrisa evitó la tercera guerra mundial.
Hizo lo que pudo.
Ahora se desvela sobre una lente traída del Japón.
En algún lugar del lechoso archipiélago
está Canopus, árbol de luz que cae
furtivamente, como asombro y lluvia
sin dañarle un átomo a la eternidad.
Moviendo arenosos dedos nefertitis
no es casual que ella tenga un temblor en Mojácar.
Que su memoria y el cinturón de estrellas se confundan.
Pienso en la navaja cayendo sobre la mariposa,
en Canopus encapsulado para siempre.
Y en este informe que haré llegar
a los círculos más íntimos
de la Astronomía.
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