Francis Bacon - De los viajes

15 nov 2019

Francis Bacon - De los viajes

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Francis Bacon - De los viajes


Los viajes, en la época de juventud, son parte de la educación; en la vejez, parte de la experiencia. El que viaja por un país antes de poseer conocimientos de su idioma, es como si fuese a la escuela en vez de viajar. Esos jóvenes, según mi consejo, deben viajar con un tutor o sirviente serio que sepa el idioma y haya estado en el país anteriormente; de tal modo que pueda decirles qué cosas merecen ser visitadas en el país donde van, qué relaciones deben buscar y qué ejercicios y conocimientos proporciona el lugar; pues, si no, los jóvenes irían como con los ojos vendados y poco verían en el extranjero. Es extraño que en los viajes marítimos, donde no hay nada que ver sino cielo y mar, los hombres escriban diarios; pero en los viajes por tierra, donde hay tanto que observar, la mayoría no los escriben, como si la ocasión fuese más apropiada para vivirla que para observarla. Sin embargo, se siguen haciendo diarios. Las cosas que hay que observar son las cortes de los príncipes, especialmente cuando dan audiencia a los embajadores; los tribunales de justicia, cuando celebran vistas de causas; y lo mismo los sínodos eclesiásticos; las iglesias y monasterios con los monumentos conmemorativos que contengan; las murallas y fortificaciones de las ciudades y poblaciones; las abras y puertos, antigüedades y ruinas, bibliotecas, colegios y controversias y conferencias donde las haya; navegación y barcos; casas y jardines estatales y de placer, grandes ciudades próximas; armerías, arsenales, polvorines, agencias de cambio y bolsa, ejercicios de equitación, esgrima, instrucción de soldados y cosas análogas; comedias a las que asista el mejor público; colecciones de joyas e indumentaria; vitrinas y rarezas; y, para terminar, todo lo que sea memorable en el lugar al que se vaya, de todo lo cual tutores o sirvientes tienen que hacer la diligente averiguación. En cuanto a los regocijos públicos, carnavales, fiestas, bodas, funerales, ejecuciones capitales y espectáculos análogos, no es necesario llamar la atención sobre ellos; sin embargo, no deben desdeñarse. Si se necesita que un joven haga un viaje corto y en poco tiempo recoger mucho, debe hacerse esto: primero, como ya dije, debe tener algún conocimiento de la lengua antes de partir; luego tener ese sirviente o tutor que conozca el país, como también se dijo; que lleve además algún mapa o libro que describa el país por donde viaja, lo cual será excelente ayuda para su aprendizaje; que también lleve un diario; que no esté demasiado en una ciudad o población sino, más o menos, lo que el lugar merezca, aunque nunca mucho; cuando esté en una capital o población permítasele cambiar de alojamiento de un extremo a otro de la población; eso es un gran atractivo de conocimientos personales; déjesele que se separe de la compañía de sus compatriotas y coma en los sitios donde haya buena compañía de la nación por la que se viaja; que cuando se traslade de un lugar a otro se procure recomendaciones para algunas personas calificadas residentes en el lugar al que se traslada, donde podrá utilizarlas en aquellas cosas que desee ver o conocer. Eso puede abreviar su viaje con mucho provecho. En cuanto a las relaciones que debe adquirir durante el viaje, la más provechosa de todas, es ser presentado a los secretarios y empleados de los embajadores, pues así, al viajar por un solo país, puede extraer la experiencia de muchos; que también vea y visite a personas eminentes en todas las esferas que sean de renombre en el extranjero, lo cual le servirá para decir si su vida está de acuerdo con la fama. Debe evitar con cuidado y discreción las disputas; generalmente se producen por amantes, salud, lugares y palabras; y que aprenda cómo estár en compañía de personas iracundas y pendencieras, pues esas personas le arrastrarían en sus disputas. Cuando el viajero regrese a su patria, que no olvide completamente los países por los que viajó sino que mantenga correspondencia epistolar con aquellas de las personas conocidas que más lo merezcan; que sus viajes aparezcan más en su conversación que en su atuendo y maneras; que en su conversación sea cauto en las respuestas y no propenso a contar anécdotas; y que se vea que no cambia sus costumbres patrias por las extranjeras sino que sólo ponga flores de las que ha conocido fuera entre las costumbres de su patria.

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