César Aira - El malentendido

13 nov 2019

César Aira - El malentendido

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César Aira - El malentendido


No es cuestión de preocuparse tanto por ser un buen escritor, por ser mejor que los escritores malos, ni siquiera por llegar a ser irrefutablemente mejor… Porque la gente, haciendo caso omiso de lo irrefutable, suele opinar lo contrario, o mejor dicho lo opina siempre; y después la posteridad, los siglos, opinan lo mismo que opinó la gente. No importa si los beneficiados son, en el presente en que hacen su obra y son objeto de comparación, tan obviamente desfavorable, con los buenos escritores (que son quienes comparan, ya en persona, ya a través de representantes), si esos beneficiados por la fama y la fortuna son chapuceros, fáciles, complacientes, comerciales, figurones. No importa porque el malentendido es más fuerte, y el malentendido no se resuelve nunca. El malentendido es la fuerza interior de la metamorfosis. El autor al que se le abren las puertas de la gloria es el torpe fraude sobre el que el tiempo y el malentendido han operado la transformación maravillosa. Y está bien que así sea, lo digo con dolor, con lágrimas (admitirlo equivale a hacer nada mi vida), pero está bien, porque vale más la transformación que la mera persistencia de la esencia. Sin transformación no habría continuo, y el mundo quedaría reducido a una colección de ejemplos inertes.

El oro que son Góngora, Racine, Shakespeare, Balzac, se hace con el barro deleznable de García Márquez, Marguerite Yourcenar, Isabel Allende… Más que eso: Lautréamont se hace con Sábato.

A la inversa, conmigo no se llevará a cabo ninguna transmutación, el malentendido no hincará el diente en mí. Cometí el error de querer ser Lautréamont directamente, como si el tiempo ya hubiera pasado.

¿Y eso a quién le interesa? Estéril, abandonado, atravieso mi posteridad como una completa nada.

En Diario de la hepatitis

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