11 sept 2020
Ludwig Wittgenstein - De la intención
233. "Sólo el cuadro dotado de intención alcanza, a manera de escala, la realidad. Considerado desde fuera, está allí como muerto y aislado." - Es como si en principio hubiéramos visto un cuadro de tal manera que viviéramos en él, y los objetos que contuviera nos rodearan como si fueran reales; y después nos retiráramos y, al estar afuera, viéramos el marco, y el cuadro se redujera a una mera superficie pintada. De esta manera, cuando introducimos la intención, nos rodean las imágenes de ésta y vivimos entre ellas. Pero cuando nos despojamos de la intención, se reducen a meras manchas en un lienzo, sin vida y sin interés para nosotros. Cuando introducimos la intención, vivimos en el espacio de ésta, entre sus imágenes (sombras), al mismo tiempo que con las cosas reales. Imaginémonos en una sala de cine, a oscuras, inmersos en el filme. Después la sala se ilumina, pero la película continúa en la pantalla. Ahora, de pronto estamos fuera y la vemos como movimientos de manchas de luz y sombra en una pantalla. (En el sueño ocurre algunas veces que primero leemos una historia y después somos sus protagonistas. Y después de despertar de un sueño, a veces es como si nos hubiéramos alejado de él y ahora lo viéramos ante nosotros como una figura extraña.) Y también significa algo decir: "vivir en las páginas de un libro".
234. Lo que ocurre no es que este símbolo ya no pueda interpretarse, sino más bien: que no lo interpreto. No lo interpreto porque, ante este cuadro, me siento como en casa. Cuando lo interpreto, avanzo por la senda del pensamiento de un estadio a otro.
235. Si veo el símbolo pensado 'desde fuera', me hago consciente de que podría interpretarse en tal o cual forma; si es un paso en el curso de mis pensamientos, entonces es para mí una morada natural, y no me ocupan (ni me preocupan) sus posibles interpretaciones. -Igual que poseo una tabla que indica el horario del tren y la uso, sin ocuparme de que una tabla es susceptible de diferentes interpretaciones.
236. Si trato de describir el proceso de la intención, siento, ante todo, que le es más viable hacer lo que se supone si contiene una imagen extremadamente fiel de aquello que es el objeto de la intención. Pero, además, tampoco esto es suficiente, pues la imagen, sea lo que fuere, se puede interpretar de diferentes maneras; de ahí que esta imagen, a su vez, esté de nuevo aislada. Cuando se capta la imagen con la vista, aislada, de pronto se muere: es como si se le quitara algo que antes le hubiera dado vida. No es un pensamiento, no es una intención, pero sea cual fuere el acompañamiento que le imaginemos, ya procesos articulados o inarticulados, ya cualquier tipo de sensaciones, permanece aislada, no apunta por sí misma a una realidad ajena a ella. Ahora bien, uno suele decir: "Por supuesto, no es la imagen la que da una intención, sino que nosotros debemos darle a ella una intención." Pero si este dar intenciones, este querer decir es, a su vez, algo que se hace con la imagen, entonces no veo por qué eso deba estar sujeto a un ser humano. Se puede también estudiar el proceso de la digestión como proceso químico, independientemente de que tenga lugar en un ser vivo. Queremos decir: "El querer decir es esencialmente un proceso mental, un proceso de la vida consciente, no de la materia muerta." Pero ¿qué comunicará a tal objeto el carácter específico de lo que ocurre -mientras lo consideramos justamente como proceso? Y ahora nos parece como si el dar intenciones no pudiera ser ningún tipo de proceso, fuere cual fuere. Pues lo que juzgamos insatisfactorio es la gramática del proceso, no el modo particular de un proceso. -Incluso se podría decir: ¡en este sentido llamaríamos "muerto" a cada proceso!
237. Casi se podría decir: "El significado se mueve, mientras que un proceso permanece estático."
En Zettel
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