2 may 2024
1 may 2024
Jorge Luis Borges - Cuestionario Proust
1) ¿Cuál considera usted el colmo de la infelicidad?
—Ya que vamos a jugar, juguemos a este juego. Sobre la pregunta, le diré que podría depender de las circunstancias o de personas; claro que es muy difícil…
2) ¿Dónde le gustaría vivir?
—Inexplicablemente, en Buenos Aires.
3) ¿Cuál es su ideal de felicidad terrenal?
—Poder pensar y trabajar.
4) ¿Para qué índole de faltas siente mayor indulgencia?
—Para las que son excepciones, para las que no corresponden al carácter general de quien las comete.
5) En la novela, ¿cuáles son sus héroes?
—No quisiera ser un payador, pero ponga: los que no se interesan —vamos a atenuar esto— demasiado en su felicidad o su desventura.
6) En la historia, ¿cuál es su personaje favorito?
—Spinoza, que vivió entregado al pensamiento abstracto.
7) ¿Cuáles son sus heroínas en la vida real?
—Sucesivamente, las muy distintas mujeres de las que me enamoro o, espere, quizás, las muy distintas mujeres, ya que soy viejo, de las que sigo enamorándome. ¡Tengo setenta y nueve años!
8) En la novela, ¿cuáles son sus heroínas?
—Cándida, de la comedia de Bernard Shaw, u otras análogas.
9) ¿Su pintor predilecto?
—Entiendo poco y nada de pintura, pero querría nombrar a Rembrandt y a Turner.
10) ¿Su músico?
—Soy musicalmente sordo, pero querría mencionar o destacar tal vez el nombre de Brahms.
11) ¿Qué cualidad prefiere en el hombre?
—Esto es un poco difícil, me refiero al cuestionario. Cuando a uno le preguntan cuánto es siete más cuatro, sabe responder once. Cuando le preguntan la prolongación de la calle Bolívar, se sabe que es San Martín. Sobre la pregunta en sí, le contesto: yo diría el no tomarse demasiado en serio.
12) ¿Y en la mujer?
—La indulgencia, la cortesía.
13) En los demás, ¿cuál es la virtud que prefiere?
—Dos: el hábito de la inteligencia y el hábito de la ética.
14) ¿Su ocupación favorita?
—En primer término, concebir obras literarias; en segundo término, ejecutarlas. También me interesa la germanística; en particular el estudio del inglés antiguo y del escandinavo antiguo, que no aprenderé nunca.
15) ¿Quién le hubiera gustado ser?
—Cualquier otro, salvo ciertos dictadores de cuyo nombre no quiero acordarme. No excluyo a mi pariente Rosas.
16) ¿Cuál es el principal rasgo de su carácter?
—La indecisión.
18) ¿Su principal defecto?
—La invencible tendencia a obrar de modo que sea injustificable.
19) ¿Qué es lo que más le gusta soñar con los ojos abiertos?
—Con escribir un libro que realmente me justifique.
20) ¿Cuál sería para usted la mayor desdicha?
—Perder la integridad mental que no tengo.
21) ¿Cuál es su color favorito?
—El amarillo, el único que la ceguera me ha dejado.
22) ¿Cuál es su flor favorita?
—Supongo que la rosa, que es símbolo de todas las otras.
23) ¿Cuál es el pájaro que más le gusta?
—No tengo preferencias ornitológicas.
24) ¿Cuáles son sus autores favoritos en prosa?
—Alfonso Reyes, Paul Groussac, Flaubert, Emerson, Shaw, Kipling, Stevenson, Chesterton, Schopenhauer y Hume. Sarmiento fue un hombre de genio, pero no suelo frecuentarlo.
25) ¿Sus poetas favoritos?
—Tantos que no puedo nombrarlos sin incurrir en imperdonables omisiones.
26) ¿Cuáles son sus héroes en la vida real?
—Los hombres de coraje.
27) ¿Sus heroínas favoritas en la historia?
—Si la historia significa lo político, no recuerdo a ninguna.
28) ¿Qué es lo que más detesta?
—Creo que la estupidez y la crueldad, que suelen ir juntas.
29) ¿Cuáles son los caracteres históricos que más desprecia?
—En general, los políticos.
30) ¿Cuál es el hecho militar que más admira?
—Las derrotas de quienes han combatido sin esperanza alguna de vencer.
31) ¿Cuál es la reforma que más admira?
—Las no acaecidas todavía, las que abolirán el culto del dinero y el de la fama.
32) ¿Cuál es el don de la naturaleza que le gustaría poseer?
—Me gustaría ser valiente. Mi dentista asegura que no lo soy.
33) ¿Cómo le gustaría morir?
—Bruscamente, hoy mismo.
34) ¿Cuál es el estado presente de su espíritu?
—Vivo desconcertado por tantas cosas…
35) ¿Cuál es su divisa?
—No poseo ese talismán.
Terminado el Cuestionario Proust, Borges agrega:
“Qué lástima que el juego no siga, pero si me acompaña hasta casa iremos charlando”. Añade en seguida: “Estoy preocupado por mi enfermedad —¿cuál?— mi edad; observe usted y verá que la longevidad es una forma de enfermedad”. […] Después dice: “Ahora no firmaría Jorge Luis Borges; fíjese que suena mal, es cacofónico, eso de Jorge y Borges. Firmaría Luis Acevedo o bien Luis Borges. El apellido tiene un poco de significado también, es de origen portugués y es una deformación de burgués, es decir hombre de ciudad. Hay una especie de doble implicancia en mi apellido, incluso me recuerda a los Borgia”. Surge el tema del premio Nobel y él agrega sonriendo: “Seré candidato vitalicio al premio Nobel y me moriré como candidato”.
En revista Argencard, Buenos Aires, mayo de 1979.
30 abr 2024
César Aira - En constante disminución
Las cuentas de la compañía de electricidad eran cuantiosas. Yo sabía que no era tan difícil tener gratis lo que yo pagaba tan caro. En la zona muchos se «colgaban», lo que en la jerga criminalizada de los desposeídos significaba que desprendían un cable de los disyuntores de alta tensión, lo metían por los techos de sus casas y alimentaban sus electrodomésticos. Los honestos pagábamos por ellos, y las tarifas subían cada mes. Debo decir que la honestidad había dejado de ser una prioridad para mí; la inclemencia de mis días me había despojado de escrúpulos. Pero aun así, no era fácil delinquir. Se requería una técnica que estaba fuera de mi alcance. Y no me refiero sólo a la técnica necesaria para tender un cable, pelarlo, conectarlo; con el terror que le he tenido desde siempre a la electricidad, esas maniobras me estaban vedadas de antemano. Pero ponerse en contacto con alguien que supiera hacerlo, pedir el favor, requerir la solidaridad de un vecino: eso también había entrado en el campo de lo imposible para mí. La falta de tiempo, la vergüenza, el miedo, me habían aislado de mis semejantes. Me sentía una náufraga en la creciente marea humana. Siempre librada a mis recursos, y éstos en constante disminución.
En Yo era una mujer casada
29 abr 2024
Isaías Garde - Lectura y comentario del relato "Los teólogos" de Jorge Luis Borges
Coordina: Isaías Garde
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28 abr 2024
Evaristo Carriego - El alma del suburbio
El gringo musicante ya desafina
en la suave habanera provocadora,
cuando se anuncia a voces, desde la esquina
«el boletín —famoso— de última hora».
Entre la algarabía del conventillo,
esquivando empujones pasa ligero,
pues trae noticias, uno que otro chiquillo
divulgando las nuevas del pregonero.
En medio de la rueda de los marchantes,
el heraldo gangoso vende sus hojas…
donde sangran los sueltos espeluznantes
de las acostumbradas crónicas rojas.
Las comadres del barrio, juntas, comentan
y hacen filosofía sobre el destino…
mientras los testarudos hombres intentan
defender al amante que fue asesino.
La cantina desborda de parroquianos,
y como las trucadas van empezarse,
la mugrienta baraja cruje en las manos
que dejaron las copas que han de jugarse.
Contestando las muchas insinuaciones
de los del grupo, el héroe del homicidio
de que fueron culpables las elecciones,
narra sus aventuras en el presidio.
En la calle, la buena gente derrocha
sus guarangos decires más lisonjeros,
porque al compás de un tango, que es «La Morocha»
lucen ágiles cortes dos orilleros.
La tísica de enfrente, que salió al ruido,
tiene toda la dulce melancolía
de aquel verso olvidado, pero querido,
que un payador galante le cantó un día.
La mujer del obrero, sucia y cansada,
remendando la ropa de su muchacho,
piensa, como otras veces, desconsolada,
que tal vez el marido vendrá borracho.
… Suenan las diez. No se oye ni un solo grito,
se apagaron las velas en las bohardillas,
y el barrio entero duerme como un bendito
sin negras opresiones de pesadillas.
Devuelven las oscuras calles desiertas
el taconeo tardo de las paseantes,
y dan la sinfonía de las alertas
en su ronda obligada los vigilantes.
Bohemios de rebeldes crías sarnosas,
ladran algunos perros sus serenatas,
que escuchan, tranquilas y desdeñosas,
desde su inaccesible balcón las gatas.
Soñoliento, con cara de taciturno
cruzando lentamente los arrabales,
allí va el gringo… ¡Pobre Chopin nocturno
de las costureritas sentimentales!
¡Allá va el gringo! ¡Como bestia paciente
que uncida a un viejo carro de la Harmonía
arrastrase en silencio, pesadamente,
el alma del suburbio, ruda y sombría!
27 abr 2024
Jean Cocteau - Algo enrollado
Todos llevamos en nosotros algo enrollado, como esas flores japonesas que se despliegan en el agua.
El opio hace el papel del agua. Ninguno de nosotros lleva el mismo modelo de flor. Puede ocurrir que una persona que no fume no sepa nunca el género de flor que el opio hubiese desenrollado en ella.
En Opio
26 abr 2024
Fernando Pessoa (Alberto Caeiro) - Noche de San Juan...
Versión: Isaías Garde
Noche de San Juan más allá del muro de mi jardín.
Del lado de acá, yo sin noche de San Juan.
Porque hay San Juan donde lo festejan.
Para mí hay una sombra de luz de fogatas en la noche,
un ruido de carcajadas, los golpes de los saltos.
Y un grito casual de quien no sabe que yo existo.
*
Noite de S. João para além do muro do meu quintal.
Do lado de cá, eu sem noite de S. João.
Porque há S. João onde o festejam.
Para mim há uma sombra de luz de fogueiras na noite,
um ruído de gargalhadas, os baques dos saltos.
E um grito casual de quem não sabe que eu existo.
Beatriz Vallejos - María un corderito tenía
― “María un corderito tenía,
su pelo era blanco como la nieve”
―En portugués “María un corderito tenía”,
―En el dulce dialecto de Flandes,
“su pelo era blanco como la nieve”
―Maschenka
―Un corderito tenía,
―Su pelo era blanco como la nieve”
―María en hebreo un corderito tenía.
―Su pelo era, en griego, blanco como la nieve.
―María un corderito tenía
En el idioma de las gárgaras del rocío
―En el idioma del pan
―(¿es que hay un idioma del pan?)
―Su pelo era blanco como la nieve
―En inglés. ¿Quién un corderito tenía?
―María un corderito tenía en inglés.
―Tenía María un corderito, en el idioma
del ébano y de los tambores
―y también maravilla su pelo era
blanco como la nieve.
―Lo volveremos a cantar todos los días:
―El corderito era blanco como la nieve
y María una niña
en el idioma de las gárgaras del rocío,
en el idioma del corderito blanco como la nieve.
25 abr 2024
Emilia Bertolé - Atardecer
Aquí estamos
Tejiendo antiguos sueños.
Ya la tarde ha caído; está azul la ventana
Y hay una fina sombra morada en torno nuestro.
Nos borramos en la hora, amigo mío;
Ni tu cálido acento
Logra ahuyentar esta espectral atmósfera
En que, como la luz, nos disolvemos.
Mi cabellera es como un humo pálido
Y humo tus ojos negros.
Somos dos sombras en la sombra, en tanto
Se deshace la rosa del silencio.
24 abr 2024
Juan José Saer - El poeta septuagenario
Comí los alimentos del mundo. Mi mano tocó piedras de ciudades famosas y mi cuerpo, reducido ahora, pero sano y salvaje, atravesó calles más numerosas que las arrugas de un río. ¿Qué hombres no conocí? ¿Qué libros no he leído? ¿Qué ha de haber en el almacén de lo visible y de lo invisible que se me pueda vender como novedad? En las mañanas del mes de octubre, llenas de sol y de palomas, contemplo la explosión lenta de las flores del duraznero y me paseo tranquilo, gozando de buena digestión y de buena respiración, la lengua llena del gusto del café y un cigarrillo que humea entre mis dedos. Debí pasar por todo eso, la larga noche del deseo y la posesión, para llegar hasta aquí.
En mi mente martillean versos férreos, ajenos. Resuenan en mí como la primera vez. La belleza, que para Platón era reminiscencia, para mí, indefenso y libre, no es más que actualidad. La misma música aliterada me estremece de nuevo, cada vez, con delicias flamantes. El café: una sombra en relación con su regusto, con esa pesadez perfumada que se irradia, sutil, desde la punta de mi lengua, ahora. Lo que nos salva a nosotros, los viejos, es ver arder detrás el mundo, depositado sobre un lecho de ceniza palpitante. Sobre ese colchón estoy parado contemplando mi propia sombra que encoge lentamente en la mañana.
Que otros gocen hoy de la maravilla del nacimiento y del sabor de la primera entrega perfumada del mundo, o de una muchedumbre de fiestas nocturnas. El sol de los ciegos es más negro que la noche y el nacimiento más perfecto es la muerte. Mi luz es única. No la puedo cambiar. Y el humo de mi cigarrillo es más sólido y más azul que un ramo de ciudades.
En La mayor
23 abr 2024
Oliverio Girondo - Aparición urbana
¿Surgió de bajo tierra?
¿Se desprendió del cielo?
Estaba entre los ruidos,
herido,
malherido,
inmóvil,
en silencio,
hincado ante la tarde,
ante lo inevitable,
las venas adheridas
al espanto,
al asfalto,
con sus crenchas caídas,
con sus ojos de santo,
todo, todo desnudo,
casi azul, de tan blanco.
.
Hablaban de un caballo.
Yo creo que era un ángel.
21 abr 2024
Norah Lange – Vacía la casa donde tantas veces
I
Vacía la casa donde tantas veces
las palabras incendiaron los rincones.
La noche se anticipa
en el piano mudo
que nadie toca.
Voy a solas desde un recuerdo a otro
abriendo las ventanas
para que tu nombre pueble
la mísera quietud de esta tarde a solas.
Ya nadie inmoviliza las horas largas y cerradas
tanto pudor de niña.
Y tu recuerdo es otra casa
Y mis latidos forman una hilera de pisadas
grande y quieta
por donde yo tropiezo sola.
que van desde su puerta hacia el olvido.
II
Ventana abierta sobre la tarde
con generosidad de mano
que no sabe su limosna.
Ventana, que has ocultado en vano
tanto pudor de niña.
Ventana que se da como un cariño
a las veredas desnudas de niños.
Luego, ventana abierta al alba
con rocío de júbilo riendo en sus cristales.
¡Cuántas veces en el sosiego
de su abrazo amplio
dijo mi pena
su verso cansado!
(De Los días y las noches, 1926)
19 abr 2024
Antonio Machado - Me dijo un alba de la primavera
Me dijo un alba de la primavera:
Yo florecí en tu corazón sombrío
ha muchos años, caminante viejo
que no cortas las flores del camino.
Tu corazón de sombra, ¿acaso guarda
el viejo aroma de mis viejos lirios?
¿Perfuman aún mis rosas la alba frente
del hada de tu sueño adamantino?
Respondí a la mañana:
Sólo tienen cristal los sueños míos.
Yo no conozco el hada de mis sueños;
ni sé si está mi corazón florido.
Pero si aguardas la mañana pura
que ha de romper el vaso cristalino,
quizás el hada te dará tus rosas,
mi corazón tus lirios.
Del camino XV
Carlos Mastronardi - Unidades
El huracán y el pino se abrazan, ya completos,
tu planta y el sendero forman un ser coherente,
y la nave es origen del mar, que surca urgente,
o que sueña, nostálgica junto a los muelles quietos.
Tu pecho es la vivienda del aire y del aroma,
el criminal y la horca son un orbe cerrado,
y simétricas vienen a su opuesta reinado,
desde la nada al mundo, la fiera y la paloma.
La herida espera el golpe de la profunda espada.
Trama el hijo esta noche nupcial que lo procrea
y dicta el doble fuego del amante y la amada
cuando es vida incorpórea que ver la luz desea.
Saltando años y siglos, por acuerdos ocultos,
se conciertan las cosas que vivieron lejanas.
El desierto fue creado por lentas caravanas
cuyos hombres quedaron en la arena sepultos.
El laurel es el íntimo padre de la batalla,
y ese grito que hiere la calma del ambiente
lo integra y antecede desde el mañana: hoy calla
la boca que no existe para el mero presente.
Hermanos invisibles, cetros de un mismo imperio,
el futuro nos rige tanto como el pasado.
Busca un incendio a Troya, que aún no se ha fundado.
Yo ensayo, bosquejo a Otro que acecha en el misterio.
El porvenir retiene la plegaria en el labio
del creyente, y ya el templo da pompa a las alturas.
El libro que no ha escrito construye al joven sabio
y en secreto le impone las palabras futuras.
Como miembros dispersos que al fin se corresponden,
el arquero y el ciervo son una misma cosa,
y dormido en los círculos de esplendor que lo esconden,
el gusano es la última, cruel razón de la rosa.
17 abr 2024
Ana Teresa Fabani - Piso la noche y parto. No es olvido...
I
Piso la noche y parto. No es olvido
este silencio que en la sien, partido,
queda detrás de mí, ni es alborada
que apenas toca el borde de la almohada.
No es tampoco la estrella que ha caído
ni es el pájaro alegre que, dormido,
deja en el aire un ángulo vacío.
Este silencio que quedó, tan mío,
es mi paso y mi voz. Y una serena
garza del río cruza leve, apenas,
la noche en donde parto y mi mirada.
Piso la noche y parto. Pero alada.
Y esto quizá ni es sueño ni sea nada.
II
Piso la tierra y parto. Me parece
que todo este camino fue antes tumba
y al pisarlo mi pie se desvanece.
Si en el aire me quedo se derrumba
desde el aire mi cuerpo, y es que acaso
haya una voz llamado al oír mi paso.
Acaso haya una mano, que, olvidada,
ha tirado del aire, y yo enredada
con el aire, en el aire me he caído.
Vuelvo a pisar la tierra. Ya ha nacido
una luz que me piensa, y se ha apagado
casi al nacer. Es eso inanimado
que, atrás de la razón, me desconcierta.
Piso la tierra. Ya la huella abierta
me persigue y me cansa, y sin embargo
debo seguir el pie que se hizo largo.
Jorge Luis Borges – Un tropel de percepciones barajadas
El mundo aparencial es un tropel de percepciones barajadas. Una visión de cielo agreste, ese olor como de resignación que alientan los campos, la acrimonia gustosa del tabaco enardeciendo la garganta, el viento largo flagelando nuestro camino, y la sumisa rectitud de un bastón ofreciéndose a nuestros dedos, caben aunados en cualquier conciencia, casi de golpe. El lenguaje es un ordenamiento eficaz de esa enigmática abundancia del mundo. Dicho sea con otras palabras: los sustantivos se los inventamos a la realidad. Palpamos un redondel, vemos un montoncito de luz color de madrugada, un cosquilleo que nos alegra la boca, y mentimos que esas tres cosas heterogéneas son una sola y que se llama naranja. La luna misma es una ficción. Fuera de conveniencias astronómicas que no deben atarearnos aquí, no hay semejanza alguna entre el redondel amarillo que ahora está alzándose con claridad sobre el paredón de la Recoleta, y la tajadita rosada que vi en el cielo de la plaza de Mayo, hace muchas noches. Todo sustantivo es abreviatura. En lugar de contar frío, filoso, hiriente, inquebrantable, brillador, puntiagudo, enunciamos puñal; en sustitución de alejamiento de sol y profesión de sombra, decimos atardecer.
En El tamaño de mi esperanza (1926)