Biblioteca Ignoria
Recortes literarios - Una antología
Recortes literarios - Una antología
A Antoñito López le gustaban los juegos peligrosos: subir por la escalera de mano del tanque de agua, tirarse por el tr…
A ejemplo de las grandes casas de remate, el Cielo y el Infierno contienen en sus galerías hacinamientos de objetos que…
A Ayax Con la pata del perro entre mi mano dormí una aciaga siesta aquella tarde. No había nadie y en el viento que a…
Cuando descanses, con tu sueño, sola, en tu lecho final, ¡oh prostituta! verás tu corazón que no se inmuta en los espej…
Yo renací en la noche despoblada, en esta casa. Un hombre me llamaba. Ese hombre tímido que examinaba la mitad de mi ca…
Coordina Isaías Garde Para participar de los encuentros de lectura: isaiasgarde@gmail.com https://isaiasgarde.blogsp…
–Ahora no sueño. En una época soñaba muchísimo. Pensé que siempre iba a tener memoria, que siempre me iba…
En el bosque infinito de los helechos, donde acampaban los gladiadores, sin aclaración de tiempo ni de lugar, me perdí …
Los ojos se parecen a las lágrimas por la forma que toman al caer. Míralas, tan atentas y visibles. Te haré un collar d…
Nube que miras en lo alto del cielo mi condición humana y modificas las formas de tu cuerpo y de tus caras: si alguna v…
Creo que en todas partes está nuestro destino: el lápiz en la mano donde vamos nos sigue con su garganta abierta, con s…
La llamaban la Divina. Tenía las cejas negras e hirsutas, tan gruesas y prominentes que el resto de la cara pas…
Conozco el lenguaje de los muertos, de las plantas abisinias, de las bestias y de los minerales. He compuesto dos libro…
Ella estaba muriendo, imaginando su propia muerte. La luz de la tarde bañaba los objetos en un brillo extraordinario. N…
Vivimos para una casa que no podremos construir, para un viaje que no haremos y para un libro que nunca llegaremos a es…
Ni en el mar, ni en la arena, desnuda o con sombrero, no te acerques, sirena. Con este marinero no te dejaré sola. Esta…
Esperaba verlo pero no inmediatamente, porque hubiera sido demasiado grande mi perturbación. Siempre postergab…
Las piedritas del camino cantaban bajo las ruedas del coche de plaza. En el atento jardín no podía confundirs…
Había muchos libros en aquella casa, tantos que nadie pudo contarlos, porque todos los días aparecían nuevos…
Hasta en la manía de poner sobrenombres a las personas, Ángel Arturo se parece a Labuelo; fue él quien bautizó a este ú…