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Arturo Capdevila - Aulo Gelio

Arturo Capdevila - Aulo Gelio


Aulo Gelio, feliz bajo Elio Adriano,

autor preclaro de Las noches áticas,

que en plácidos inviernos escribiste,

seguro de tu dicha y de tu fama.


A la mesa de prósperos amigos 

ingeniosos equívocos llevabas

o eruditas anécdotas festivas

con una erudición del todo vana.


(Si los lacedemonios al combate

iban a son de trompa o son de flauta;

si en diez mil dracmas cotizó Corinto

la noche de Lais, la cortesana.)


Historias antiquísimas sabías

y mil reglas de estética y gramática

y orígenes de fiestas y proverbios 

y quisicosas de las Doce Tablas.


Y las contabas entre vino y vino,

entre acertijos y triviales fábulas:

que tu espíritu fue dorada abeja

y de ingenuo sabor tu miel pagana. 


A la vera de Atenas, en la finca

señorial, donde bien te regalabas,

armonizaste la elocuencia griega

con la mejor comodidad romana.


Siempre pensaste que importaba mucho

tener en el festín un alma clara;

que un alma en armonía es grande cosa...

Cosa a los hombres y a los dioses grata.


Volviendo a Roma, por cambiar tus ocios,

Roma cordial conversación te daba:

con famosos retóricos de Roma

por el campo de Agripa te paseabas.


O en minuciosa búsqueda de alguna

vieja memoria de la edad pasada,

con dichosa paciencia recorrías

las librerías de las Sigilarias.


O en la casa del grave Favorino

solías en reuniones dilatadas,

disertar sobre Píndaro y Homero

hasta que entraba el día entre las lámparas...


Buen catador de los mejores vinos,

buen gustador de las mejores viandas,

en la fiesta del mundo sonreías,

la cabeza de rosas coronada.


Hoy todavía tu lector, Agelio,

en lánguida actitud te evoca y te halla.

Mientras boga tu barca a Grecia o Roma,

festín recuerdas y festín preparas.

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