Como el lenguaje de los ángeles corresponde a su afecto, y su afecto pertenece a su amor, y como el amor del cielo es amor al Señor y amor hacia el prójimo es evidente que sus palabras son superlativamente elegantes y alegres; pues no suscitan una impresión meramente auditiva, sino que conmueven la interioridad de la mente de quienes las escuchan. Cierto espíritu de corazón impasible, oyó las palabras de un ángel; y se sintió tan conmovido por lo que oía, que comenzaron a caerle las lágrimas; afirmó que jamás había llorado, pero que ahora le resultaba imposible contenerse, porque estaba oyendo hablar al amor.
En El Cielo y sus maravillas y el Infierno
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