Despedirse de tanta, tanta cosa
que me tuvo tan larga compañía
y al fin y al cabo es lo que más valía,
viéndolo bien, ¿no es cosa dolorosa?
Porque yo escribo este soneto y siento
que divido mi vida en dos mitades:
una es de nube, se la lleva el viento,
y otra es de tierra, toda realidades.
Yo me pregunto si tendré la fuerza
de olvidar tanto sin que al fin se tuerza
la ilusión que es preciso me mantenga.
Y de veras no sé, no sé qué hacer...
Acaso nada, no sentir, no ver,
y dejarse llevar por lo que venga.
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